domingo, 8 de mayo de 2011

José Martí - Yo soy un hombre sincero

Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma,
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.

Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.

Yo he visto en la noche oscura
Llover sobre mi cabeza
Los rayos de lumbre pura
De la divina belleza.

Alas nacer vi en los hombros
De las mujeres hermosas:
Y salir de los escombros
Volando las mariposas.

He visto vivir a un hombre
Con el puñal al costado,
Sin decir jamás el nombre
De aquella que lo ha matado.

Rápida, como un reflejo,
Dos veces vi el alma, dos:
Cuando murió el pobre viejo,
Cuando ella me dijo adiós.

Temblé una vez, —en la reja,
A la entrada de la viña—
Cuando la bárbara abeja
Picó en la frente a mi niña.

Gocé una vez, de tal suerte
Que gocé cual nunca: —cuando
La sentencia de mi muerte
Leyó el alcaide llorando.

Oigo un suspiro, a través
De las tierras y la mar,
Y no es un suspiro, —es
Que mi hijo va a despertar.

Si dicen que del joyero
Tome la joya mejor,
Tomo a un amigo sincero
Y pongo a un lado el amor.

Yo he visto al águila herida
Volar al azul sereno,
Y morir en su guarida
La víbora del veneno.

Yo sé bien que cuando el mundo
Cede, lívido, al descanso,
Sobre el silencio profundo
Murmura el arroyo manso.

Yo he puesto la mano osada,
De horror y júbilo yerta,
Sobre la estrella apagada
Que cayó frente a mi puerta.

Oculto en mi pecho bravo
La pena que me lo hiere:
El hijo de un pueblo esclavo
Vive por él, calla y muere.

Todo es hermoso y constante,
Todo es música y razón,
Y todo, como el diamante,
Antes que luz es carbón.

Yo sé que al necio se entierra
Con gran lujo y con gran llanto,—
Y que no hay fruta en la tierra
Como la del camposanto.

Callo, y entiendo, y me quito
La pompa del rimador:
Cuelgo de un árbol marchito
Mi muceta de doctor.

Pastelitos de patata, queso parmesano y bacon



Ingredientes para 12 pastelitos:

- 400 grs. de patata
- 3 huevos
- 60 grs de queso parmesano rallado
- Cebollino
- 100 grs. de bacon en trozos
- Sal y pimienta

Elaboración:

Pelamos las patatas peladas a cocer y con bastante agua con sal hasta que estén blandas. Las escurrimos y las pasamos a un bol y las dejamos enfriar.

Rallamos el queso parmesano y picamos el cebollino y el bacon. Reservamos.

En un bol ponemos los huevos y los batimos ligeramente, añadimos el resto de los ingredientes y mezclamos hasta que estén bien integrados.

Engrasamos el molde que vayamos a utilizar y añadimos la masa, pero sin que llegue al filo del mismo, terminamos espolvoreando con un poco de queso por la parte superior.

Lo introducimos en el horno, precalentado a 200º durante 20 minutos.

Transcurrido este tiempo lo sacamos del horno y lo dejamos enfriar unos 5 minutos dentro del molde. Posteriormente lo sacamos del mismo y lo servimos.

Lo podemos tomar tanto frio como caliente.

domingo, 1 de mayo de 2011

Quinoa con setas y verduras - 4 Propoints


Ingredientes para una persona:

Agua o Caldo de Verduras, 125 ml (0PP)
Quinoa, 50 gr (4 PP)
Cebolla tierna pequeña, 1/2(0PP)
Pimiento Rojo, 20 grs (0PP)
Calabacín, 25 grs (0PP)
Setas variadas en conserva, 50 grs (0PP)
Mantequilla Extraligera, 5 grs (0PP)

Elaboración:

Corta las verduras en dados pequeños.
Introduce en el Asador al Vapor 200 ml de agua, la Quinoa y las Verduras.
Ciérralo e introdúcelo en el microondas.
Cuece a potencia media (350W) durante 10 minutos.
Abre el Asador y añade las Setas y 50 ml más de Agua o Caldo.
Cuece durante 5 minutos más a 350W.
Abre y mezcla el falso Risotto con 5 grs de Mantequilla.
Puedes servir el Asador directamente en la mesa y comer.

Julio Ameller - Cercado por el miedo

Cercado por el miedo
vivimos formulando preguntas sin respuesta.
Acechante el insomnio nos anuncia la hora
del último naufragio
en grises cementerios sin cruces ni sepulcros. Un día
me dijeron que debía matar.
En mis manos recién adolescentes,
en mis oscuras manos que conservaban tibio
el llanto de mi madre,
pusieron un fusil.
Y me hablaron de cosas y de cosas.
Me enseñaron el arte sutil de la emboscada
y urgieron mis oídos con siniestras canciones.

Era yo un adolescente
con os ojos abiertos al milagro del alba,
del viento y de los mares,
y debía matar.
Unos hombres sin nombre,
cegados por el sucio designio de otros hombres
reptaban -como yo- en la maraña.

Me debían matar.
Dime, soldadito:
nuestros uniformes son distintos
nada más ¿no es verdad?
Y en tu vieja cabaña que nunca visitaron
los que entregan fusiles
alguien quedó llorando, también, ¿no es verdad?

¿Qué hacemos desolado camarada,
qué hacemos con los hombres que nos dan fusiles