domingo, 24 de noviembre de 2013

Gutierre de Cetina - Ojos claros, serenos

Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué si me miráis miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

domingo, 17 de noviembre de 2013

José Verón Gormaz - Húmedos recuerdos


Bajo una lluvia de cristal sonoro,
nostálgico y feliz he caminado;
he sentido llover, y he recordado
aquella vieja paz que tanto añoro.

Volvió a latir en mí la edad de oro
de la infancia, traída del pasado
por ese olor a limpio y a mojado
donde esconden los campos su tesoro.

Cansados de soñar y siempre cuerdos,
mis pasos tiernamente se posaron
en las preciosas brumas de la calma.

No sé si fue la lluvia, o los recuerdos;
pero aún creo sentir que me dejaron

calado el corazón, mojada el alma.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Luigi Maráez - El soldadito de plomo


   Era la luna de la medianoche,
cuando cantaba el reloj en su torre,
cuando los niños dormían los sueños,
      sueños de amor...

   En la ventana que ha quedado abierta
un soldadito de plomo, y sin pierna,
fija sus ojos de mirada tierna,
        y ¡ay! qué ilusión.

   Danza tu baile, dulce bailarina,
baila la magia de esta hora divina,
cuando la noche ponga
en nuestros pechos un corazón.
¡Hola, mi amor! Soy tan feliz
juntos tú y yo, bailando el vals...

   Antes que llegue el día,
con su algarabía,
y anuncien los gallos, de rojo pintados,
que tras la colina se levanta el día.
    ¡Ya viene el sol!

   ¡Adiós, amor! Me dormiré,
te esperaré, depertaré:
cuando la luna dé la medianoche,
cuando el reloj cante doce en su torre,
cuando los niños derramen los sueños.
    Sueños de amor...

Pero un mal viento derribó al soldado.
Se escondió el sol bajo un cielo nublado.
Fueron las lluvias
quienes lo arrastraron hasta la mar.
Entre los dientes lo tragó un pescado.
   Un pescador al tragón ha pescado.
El pez pescado ha llegado al mercado
   y ¡ay, qué ilusión!

   Que una sirvienta
que compró el pescado,
servía en la casa del pobre soldado
y en la cocina,
cuando ha cocinado fue y lo encontró..

   ¡Hola! Mi amor,
¡soy tan feliz!¡Juntos tú y yo!
   ¡De nuevo aquí!

  Pero el mal viento no se ha resignado
y mientras bailaban los enamorados
sopló tan fuerte que se hizo tornado
   y ¡ay! ¡qué dolor!

   Que hasta las brasas de la chimenea
rodó el soldado, abrazado a ella.
Fundióse el plomo con las lentejuelas
   y ¡ay! ¿Qué pasó?

Que a la mañana entre las pavesas
brilló una luz cual si fuera una estrella.
Un corazón coronado de perlas
  y ¡eran los los!

¡Hola, mi amor! ¡Soy tan feliz!
Juntos, tú y yo, ¡en un corazón!
¡Hola, mi amor! ¡Soy tan feliz!
Juntos, tú y yo, en un corazón,
sobre un cuento infantil.
   Adiós, ¡Amor!

domingo, 3 de noviembre de 2013

Gustavo Adolfo Bécquer - Rima LII


Olas gigantes, que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán, que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nubes de tempestad, que rompe el rayo
y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!
Llevadme, por piedad, adonde el vértigo
con la razón me arranque la memoria...
¡Por piedad!... ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!